EBook Es usted quien cree ser? Quien no se cuestiona a sí mismo no se conoce.

La Tierra no es otra cosa que una escuela para todas las personas, tanto sean rey o mendigo, príncipe o princesa, conde o condesa, sean doctor, profesor, excelencia, eminencia, reverencia y similares.
No importa en qué nivel de bienes o de nombre se mueva cada uno –quien no se cuestiona a sí mismo, no se conoce. Y quien no se investiga a sí mismo, ha desperdiciado su vida terrenal. Pero quien contemple su vida en la Tierra como una escuela, para aprender de sí mismo, pronto se verá confrontando con su ego, con su egoísmo, que tiene muchas facetas. Éstas son una parte de su verdadera identidad, una parte de la impregnación de su alma, lo que ésta se lleva consigo después de la muerte física al Más allá, y con lo que tal vez vuelve otra vez como hombre a la Tierra.
El hombre encontrará las diferentes capas de lo que ha grabado en su interior sólo si diariamente se esfuerza en mirar detrás de su fachada, detrás de sus costumbres antiguas, que se han convertido en esquemas de comportamiento y en analizar lo que se encuentra allí grabado. Esto sucede por ejemplo, planteándonos una y otra vez a nosotros mismos la pregunta: ¿por qué?: ¿por qué actúo así? ¿Por qué me empuja esto y lo otro? ¿Por qué callo algo en una conversación? ¿Por qué me resulta incómodo encontrarme con ésta o aquella persona y en cambio a otra no? Y otras cosas por el estilo.
El comportamiento de otros para con nosotros no lo deberíamos poner bajo ningún tipo de observación por nuestra parte. Nosotros reconocemos nuestra parte en el asunto y la cuestionamos. En primer lugar deberíamos averiguar cómo nos comportamos en el pasado frente a nuestros semejantes, lo que les causamos y cómo tal vez ellos tuvieron que sufrir por causas nuestras. Al hacerlo no deberíamos dejar de considerar el factor de la fuerza vital preguntándonos: ¿Cuán a menudo tomamos de nuestro prójimo energía vital, forzando de él, con hábil táctica, con argumentos aparentemente lógicos, de forma sutil, algo que nos proporcionó ventajas y otras cosas más?
En aquel que llegue a este reconocimiento deberían emerger arrepentimiento y la promesa de mejorar, pues sin arrepentimiento de conciencia tampoco existe la purificación ni la reparación. La consecuencia de un movimiento interno así sería que el hombre arrepentido no repita más cosas iguales o parecidas. Sólo entonces él borra el grabado de su alma. Solamente de esta manera nos “desenmascaramos” y pasamos de la santidad en apariencia, a través del reconocimiento, a la veracidad.
Por tanto, tenemos que desbrozar la jungla de nuestro yo humano, para averiguar qué hilos y cuerdas, al estilo de lianas, hemos trenzado, y de las cuales oscilamos en el pasado y en el presente a lo largo de nuestra vida, y qué caminos de lianas hemos tendido para atar a otros a nosotros.

Nosotros tenemos un alma inmortal. En la medida en que ésta está libre de carga, es decir, como ser espiritual, es pureza, amor, belleza, juventud eterna –un ser a imagen y semejanza de Dios. Si tenemos como meta el aspirar de nuevo a ello, tal como nos ofreció Cristo: Por eso sed perfectos como perfecto es vuestro Padre en los cielos, entonces, entre otras cosas, a más de uno le brillaría la luz del reconocimiento y sus caminos se harían más ligeros.
Querido lector, queridos hermanos, queridas hermanas, queramos o no, todo hombre está en la escuela de la Tierra para reconocerse a sí mismo y para perfeccionarse, pues nuestra alma ha de regresar al hogar paternal eterno. Por eso debemos aprender como seres humanos a emplear las leyes que son amor, libertad y unidad. Visto de forma espiritual, cada cual, el uno más el otro menos, ha de pasar por una metamorfosis, tiene que quitarse el capullo de lo personal humano, que es egocéntrico, de lo humano inferior, de lo bajo, hacia el Yo Soy divino, que es impersonal.
Y por muchas vidas terrenales que recorramos, cada uno de nosotros está en el camino hacia su origen divino. Por muchas metamorfosis que atravesemos, de almas a seres humanos, de seres humanos a almas, alguna vez llega el momento en que habremos salido del capullo por última vez. Nuestra metamorfosis espiritual habrá concluido entonces. Como una oruga que se convierte en mariposa, nos alzamos como una mariposa por los aires hacia el sol espiritual y regresamos a nuestro origen, que es divino. Entonces somos de nuevo la imagen y semejanza de nuestro Padre eterno.
Editorial Gabriele
ISBN: 978-3-89201-911-4
Ref.: B332es
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